lunes, 9 de febrero de 2009

Capitulo 8: Perecer

Llegue a mi apartamento poco despues de hablar con el Porrete. Nada de lo que estaba pasando tenia sentido asi que habria que buscarselo. Esa maldita llave tenia muchos pretendientes y por ahora sabia que ni la Dama ni el italiano la tenian, lo que daba a entender que el señor Dickinson podia haberse llevado el gato al agua. Pero si ya la tenia ¿Por que intentar matar a Angel? ¿Y quien asesino al Buzon? Los sicarios de Vicenzo lo encontraron muerto y mi “amiguita” le metio la moneda en la boca para confundirme. Y lo mas inquietante ¿Que razon tuvo la Dama para contratar a un mediocre como ese y como se las ingenio para conseguir robar la llave siendo un borrachon que no sabia ni llegar a su casa?. Demasiadas preguntas sin respuesta. Porrete me la habia jugado en el pasado, pero no tenia mas remedio que fiarme esta vez de el.

Dormi un poco y cuando desperte me dispuse a informarme sobre el futuro alcalde. Mi aspecto ya no tenia mucho sentido asi que me afeite, me cepille el pelo y me lo recogi. Me puse la camisa que me regalo Angel en nuestro reencuentro por si en algun momento flaqueaba, recordara por que estaba haciendo esto y sali a la calle.

Estuve una semana siguiendo a Dickinson de acto en acto por toda la ciudad hasta que por fin vi una oportunidad. Se disponia a entrar solo en un edificio, tendria que colarme, hablar con el y salir en menos de tres minutos; No era imposible. Me prepare, el corazon bombeaba adrenalina por todo mi cuerpo, un fallo y los guardaespalda me harian picadillo – No te lo pienses mas – Me dije, era el momento, di un paso y alguien me cogio por el hombro. Gire rapidamente metiendo mi mano en la chaqueta.

- ¡Hola Siete! - Era el pianista, sople y disimule sacando el paquete de tabaco

- ¿Que haces por aquí?

- Dando una vuelta

- Eso esta muy bien – Saco varios vinilos de una bolsa – Yo he ido a comprar esto, son “Ella at Duke's Place” y “Newport Jazz Festival: Live at Carnegie Hall” de Ella Fitzgerald. Me estoy trabajando unas versiones bastante originales, si quieres nos tomamos unas cervezas y te lo explico.

- Lo siento, pero estoy esperando a una persona. Quiza otro dia.

- De acuerdo ¡Nos vemos!


Cuando volvi a mirar Dickinson se habia largado y yo habia tirado el trabajo de toda la semana. De pronto una limusina se detuvo a mi lado. La ventanilla se bajo y aparecio la cara de mi objetivo.

- Suba, señor Setson.

- Lo siento, Le respondi poniendome las gafas de sol – He dejado la moto mal aparcada.

- Creo que podre ocuparme de la multa, ademas no es una invitacion.

- Si me lo expone asi... - Entre en el coche – Bonita limusina ¿Estos tipos de negro venian de serie?

- Son mis hombres de confianza, no se preocupe por ellos.

- Parecen mas bien los chicos de los recados.

- Conozco sus metodos, no va a conseguir enervarme.

- ¿Entonces no le pregunto por su esposa?

Apreto el puño disimuladamente y una vena empezo a florecer en su despejada frente

- No tengo nada que decir de esa zorra adultera – Los insultos son siempre una buena fuente de informacion – Solo quiero que se olvide de todo este asunto.

- Eso va ha ser imposible, su mujer amenaza con descubrir mi identidad y creame, hay mucha gente que quiere tener mis pelotas colgadas encima de la chimenea – Mire afuera de reojo, nos estabamos alejando de la ciudad – De todas formas no se por que se preocupa, todo indica que la llave la tiene usted.

- Ojala fuera cierto, esa llave pertenece a mi familia desde hace generaciones. Su jefa se caso conmigo solo para conseguirla.

- Amor a primera vista... Dama es una mujer muy viva.

- Eso esta a punto de cambiar – Los dos tipos sacaron sus armas y la limusina paro en seco – Hasta aquí nuestro viaje, bajese por favor. - Sali del coche – Procure no molestar y no sera molestado, le puedo conseguir un billete lejos de aquí y una nueva identidad si se porta bien.

La ventanilla se cerro y se alejaron rapidamente.

La situacion era bastante peliaguda, estaba en medio de la nada y no parecia que por aquella carretera secundaria pasara mucha gente. Si no conseguia volver pronto la Dama se iba a convertir en la mas siliconada del cementerio y por mucho que eso acabara con mis problemas no podia dejar que ocurriese. Vi un destartalado camion acercarse en la lejania, me plante en medio de la calzada rezando para que el conductor me viera. Paro el vehiculo y rapidamente trepe hasta la puerta y sin mediar palabra lo saque de la cabina de un empujon. Pise a fondo el trasto mientras el tipo se acordaba de mi familia con adjetivos que harian sonrojar a un bucanero.

Ahora solo debia averiguar donde residia la señorita, cogi el movil y llame a su numero, pero estaba apagado, mi unca opcion era contactar con Naranjito. Marque el numero de informacion mientras derrapaba por el arcen del camino de cabras por el que estaba conduciendo.

- Bienvenido a informacion, en breves instantes atenderemos su llamada – Perfecto, pense. Tras un par de allegros de Vivaldi una voz acompañada por un mascar de chicle se oyo al otro lado. - Buenas tardes, me llamo Carla ¿en que puedo ayudarle?

- Necesito un numero de telefono
- Como todos ¿El nombre del titular?

Una ranchera venia de frente hacia mi, en el ultimo momento logre esquivarla para vermelas de bruces con un motorista despistado que tuvo que salirse por el campo – ¡Joder! - Exclame mientras intentaba no estamparme contra un arbol. Puede que la situacion fuera un poco tensa.

- Ese no es un nombre de titular valido...

- ¡No estoy para bromas! - Vi una entrada a la autovia que llevaba a la ciudad, gire violentamente el volante y entre... por el lado contrario. Lo coches me esquivaban como podian, si no me mataban ellos, Carla lo iba a conseguir con se condescendencia. - John Biscuit, Calle 45. Por favor dese prisa.

- Le noto un poco nervioso, ¿Quiere que le pase con mi supervisor?

- ¡Quiero el puñetero numero de telefono!

- Un momento.

- ¡No, espera! No me pongas en es... - Vivaldi volvio a sonar y tuve la tentacion de tirar el telefono por la ventana, ir al edificio de informacion y asfixiar a la chica con su propio chicle.

- Ya lo tengo, ¿Quiere que le pase la llamada directamente?

- Por favor.

- Muchas gracias por usar el servicio de informacion telefonica.

Despues de un par de tonos se oyo la voz ronca de Naranjito.

- ¿Diga?

- Soy Siete.

- Hola Siete, ¿Que es todo ese jaleo de sirenas y pitos?

- Mejor no te lo digo – Con un contravolante consegui no volcar encima de un autobus de escolares – Necesito la direccion de la Dama de Hierro.

- ¿Que te hace pensar que yo la se?

- ¡No me vengas ahora con esas! Llevas siguiendome e informandola de lo que hago desde que empezo esto.

- Vale, es verdad, pero si lo hice no fue para traicionarte, sino para ayudarte si te metias en lios, estas muy viejo y me preocupabas.

- Eso ahora da igual, o me dices donde vive o nos vamos a quedar sin jefa.

- Avenida de los Heroes 3, es una casa de dos plantas.

- Ok, ya hablaremos luego, angel de la guarda...

La direccion no me pillaba lejos A estas alturas tenia a medio departamento de policia tras de mi, a un par de calles de mi objetivo salte del camion y deje que se estrellase contra un edificio en ruinas, eso los mantendria ocupados mientras me escaqueaba por los callejones.

Cuando llegue a la casa la puerta estaba abierta, todo se hallaba en silencio. Saque a Sargonnas y subi lentamente al piso superior. Entre en una especie de sala de musica blanca con grandes ventanales y un piano de cola en medio. La Dama se encontraba amordazada y atada a una silla, sus ojos reflejaban un miedo atroz. En el momento que me dispuse a desartala oi el gatillo de un arma amartillarse detras mia.

- El bueno de Jack, … siempre tan predecible, ¿No podias dejar que la matase y olvidarte de todo? Como te dije hace mucho tiempo, tu etica acabara contigo.

Un sudor frio recorrio mi espalda, reconocia esa voz, pero no podia ser posible.

- No puedes ser tu, estas muerto, yo mismo te mate en Marsella.

- Bueno, no eres el unico que puede volver de la tumba, pero tranquilo, esta vez nuestros encuentros se acabaran de una vez por todas.