miércoles, 4 de febrero de 2009

Capitulo 7: Renacer

Me dolia todo el cuerpo pero no iba a detenerme por nimiedades. Angel tenia razon, el caso se estaba poniendo serio mientras yo me resistia a volver a las andadas, estuvo a punto de palmarla y no iba a permitir que nadie mas muriera por mi culpa, tuviese o no relacion con la llave esos bastardos encapuchados se iban a arrepentir.

Mi primera parada fue en el extrarradio, incrustado entre unas naves industriales se hallaba “El furgon de Joe”, la tienda de un viejo compañero. Joe, apesar de su aspecto de motorista en busca de bronca y su falta de higiene era quiza la unica persona en el mundo en la que confiaba. Regentaba desde hacia años una armeria cuyo nombre homenajeaba sus inicios en el negocio. No me resultaba comodo recurrir a el, pero tenia algo de mi propiedad que la noche anterior habia echado en falta. Entre y cuando me miro empezo a sonreir y a negar con la cabeza.

- ¡Jota, viejo bastardo! Sabia que volverias tarde o temprano.

- Por lo menos ha sido mas bien tarde.

- Uno no puede negar lo que es, un lobo sera siempre un lobo – Aparte de su desmedida capacidad para la epica era aficionado a la filosofia “transcendental” de los libros baratos de autoayuda . - ¿Vienes a por tu niña? ¿La que juraste no volver a coger en el resto de tu vida?

- Si.

- Pasa a mi despacho – Entramos en la trastienda, se agacho y levanto una loseta del suelo – Si por mi fuera la hubiera colocado en un expositor pero en un par de horas hubiera acabado en la carcel o muerto, asi que decidi esconderla en un lugar seguro – Saco una caja metalica, le soplo el polvo y la abrio – aquí la tienes; Sargonnas, la mitica, la infalible.

- Es solo una pistola, no hay que ponerse con el rollo juglar.

- Es una Colt Python 357 calibre Magnum cromada con la empuñadura roja personalizada, es unica y lo mas importante, es tuya. - Sentia como me llamaba, como un canto de sirena, habiamos estado separados durante demasiado tiempo, durante un instante vacile en cogerla, este era el momento que habia temido desde que la Dama entro en mi bar, el punto de no retorno. Respire hondo y la saque de su merecido descanso – Que el mundo tiemble, Jack Setson ha vuelto,Abra el infierno sus puertas para acoger a los desdichados que se crucen en su camino. - La guarde y encendi un cigarrillo - ¿Necesitas algo mas?

- Algo que asuste.

- Tengo unas recortadas “excedentes” de la patrulla antidisturbios.

- Supongo que valdra.

- ¿Quieres un chaleco antibalas? Tengo unos muy baratos de segunda mano – Lo mire extrañado – Estan casi nuevos...

- Creo que paso, ya nos veremos.

- Jack – me dijo mientras me marchaba – Si necesitas ayuda solo tienes que llamarme.

- ¿Como en los viejos tiempos?

- Como en los viejos tiempos. Ten cuidado.

- Ya me conoces, adios.

Sali del extrarradio y me dirigi al “Chocolate verde”, nido de sucias ratas alcoholicas y del “Porrete”, la mas grande y mejor informada de la zona. Nada mas entrar vi su famelico cuerpo al lado de la mesa de billar. Le golpee los riñones con un taco y lo hice inaugurar una nueva salida de emergencia donde antes habia una ventana. Toda la escoria que se encontraba en el local se encaminaron hacia mi con no muy buenas intenciones, pero una de las mejores cualidades de Sargonnas era paralizar a la gente a mi alrededor, aunque tambien existia un problema, tras exibirla mi anonimato que tanto habia cuidado los ultimos ocho años se habia evaporado. En menos de una hora toda la ciudad sabria que habia vuelto de la tumba.

Agarre a “porrete” y lo arrastre hasta el callejon mas proximo.

- ¡Jack, estas vivo! ¡Que alegria!

- Deja el peloteo para quien lo necesite – Aferre mi mano a su cuello y lo aprete contra la pared - ¿Recuerdas a Angel?

- ¿La morena con buen culo? - Aprete un poco mas - ¡Si, si, me acuerdo de ella!

- Alguien ha intentado matarla ¿Sabes algo?

- No – Pense que un rodillazo en el estomago le refrescaria la memoria. No me equivoque. - Espera, se me ocurren un par de nombres, no es muy querida por aquí precisamente.

- Si quieres conservar los pocos dientes que te quedan te sugiero que seas mas respetuoso con la señorita y que esos nombres sean buenos.

El sudor le caia a borbotones por la frente, la verdad es que no creo que el pobre diablo se atreviera ni siquiera a plantearse la posibilidad de mentirme.

- Uno es un italiano viejo metido en muchos asuntos feos, Vicenzo se llama.

- Estas muy desactualizado.- Movi la cabeza con gesto de desaprobacion - No te lo estas currando nada. ¿Recuerdas tu infancia?

- ¿Que?

- Dicen que toda tu vida pasa por delante de tus ojos cuando vas a morir – Saque la recortada y le encañone el cuello, a estas alturas ya estaba llorando como el cobarde que era – Ultima oportunidad.

- ¡El señor Dickinson!

- ¿El candidato a alcalde? No me lo trago, según he oido, es el tipo mas recto y honorable de todo este lugar. Mala suerte, acabas de respirar por ultima vez, di adios.

- ¡Es verdad! ¿Como crees que se paga la campaña? ¿Con la basura?

- ¿Basura? - Le respondi sorprendido mientras lo soltaba, (Maldita seas Angel, tu y tu propension a los acertijos)

- Dickinson dirige la primera empresa a nivel nacional de reciclaje de residuos. Espera un momento – Se puso a rebuscar entre un monton de periodicos viejos que habia en un contenedor – Ves, en este diario viene si biografia.

Lo pille con cierto asco por una esquina con la punta de los dedos y lo ojee. No acababa de creermelo del todo aunque la historia coincidia, no hasta que vi en una foto de un acto de campaña a su esposa, una pelirroja muy familiar.