- Buenas noches, jack. Hacia años que no sabia nada de ti, desde lo de aquella niña francesa si no recuerdo mal. ¿Te has estado portando bien?
- Todo lo bien que me han permitido las circunstancias.
- Ciertamente.
- Las dudas
- No me considero una persona debil precisamente.
- Solo es que me pregunto si todo lo que he hecho a lo largo de los ultimos veinte años ha estado bien o solo me he engañado a mi mismo. Nadie cree que haya asesinado a esa gente por una buena causa. Todo el mundo me considera un simple asesino a sueldo, incluso las pocas personas que puedo considerar amigos.
- Muy a mi pesar. Cuando parecia que por fin habia conseguido pasar pagina el destino me ha jugado una mala pasada.
- Fatal por un lado y como si hubiera vuelto a casa tras un largo viaje por otro.
- Algo parecido.
- No puedo, debo estar en otro lugar en media hora.
- Muchas gracias por todo.
- Dalo por hecho, No me lo perderia por nada del mundo.
Sali del local y conduci rapidamente hacia el puerto, Le chic era una persona muy cripticapero nuestra conversacion habia conseguido darme fuerzas y determinacion para acabar con todo este asunto.
Me escondi entre unas cajas y espere a que llegaran los invitados. Los primeros en aparecer fueron el trio de drogadictos. Eran unos tipos esqueleticos con pinta de vagabundos que no hacian nada mas que mirar a todos lados, parecia que les fuera adar un ataque al corazon en cualquier momento. Uno de ellos agarraba fuertemente un maletin de piel negro donde supuse que estaba la llave. A las doce en punto se oyo acercarse un coche, era Vicenzo. Aparco al lado de los otros y cinco hombres armados con metralletas, entre ellos mis viejos amigos del callejon, y el propio Vicenzo bajaron de el. Se saludaron cortesmente y empezaron a hablar. Uno de los guardaespaldas saco otro maletin y se lo acerco a los drogadictos que le pidieron que lo abriera. Dentro habia pasta como para comprarse una pequeña isla en el caribe.
Era el momento de actuar. Trague saliva y sali de entre las sombras.
- Buenas noches caballeros – Les dije mientras me acercaba, los yonquis abrieron los ojos como si estuvieran viendo al mismisimo diablo, Naranjito habia hecho un buen trabajo – Hace una temperatura estupenda para el arte del trapicheo.
- Señor Siete – Me respondio Vicenzo frunciendo el ceño – Que desagradable sorpresa. ¿Que esta haciendo aquí?
- ¡Esta loco si cree que puede robarme! No saldra de aquí con vida.
- Su labia no le servira de mucho en estas circustancias.
De repente un barril lleno de gasolina exploto cerca del coche. Todo el mundo echo a correr hacia lugares seguros mientras disparaban a cualquier cosa que se moviera. Me escondi detras de un enorme cajon y me encendi un cigarro mientras oia volar mas barriles. La situacion era caotica, justo como habia planeado.
- ¡Que ilusos! - Le dije riendome a Joe, que estaba haciendome las veces de francotirador, por el intercomunicador – Se han creido que venia solo.
- ¡Peor para ellos!
- Acabo de cargarme al que lo llevaba, lo tienes a veinte metros a tu izquierda, ve a por el.
- ¡No me seas cobarde! - El sonido ambiente era parecido al de una batalla de la guerra mundial - Yo te cubro.
Sali corriendo lo mas rapido que pude entre los disparos hacia el maletin, las balas silbaban cada vez mas cerca de mi y juraria que una de ellas me rozo el pelo, agarre el maletin y salte detras de unos contenedores. Estaba exhausto, lo que aprovecho uno de los guardaespaldas para golpearme por la espalda. Me di agilmente la vuelta y pinte un cuadro abstracto en la pared con sus sesos.
- ¿No me estabas cubriendo? - Le grite casi sin aliento a Joe – ¡Un poco mas y me matan!
- Ese se me habia escapado, de todas formas era el ultimo, solo queda el viejo como querias.
En eso tenia razon, ya no se oia nada. Sali y me encontre a Vicenzo de pie cerca de su coche.
- ¡Estupido! - Me intento gritar – Esos inutiles eran los unicos que conocian la combinacion del maletin.
- Ya lo sabia – La verdad es que no habia caido en ese detalle – Lo tengo todo atado – Las sirenas de la policia empezaron a sonar en la lejania – Creo que va siendo hora de irse.
- Esto no quedara asi, no saldras vivo de aquí... Cuando se enfada no hace otra cosa que tirar de topicos de malo de pelicula. Arrivederci signore Vicenzo.
Volvi a adentrame en las sombras mientras el anciano me seguia mirando con una mezcla de odio e incredulidad. Cuando estaba fuera de su vista corri un par de calles hasta mi moto.
- Joe, querido amigo ¿Nos vemos en una hora en mi casa en persona? Estoy harto del cacharro este.
- ¡Que corra el alcohol! Esto hay que celebrarlo, estaba casi seguro de que te iban a matar.