Pasear por los barrios bajos era como recibir una bofetada en los recuerdos, todo seguia igual de gris y con ese olor a fruta descompuesta que no puedes quitarte de la cabeza en semanas. Los fogonazos intermitentes de los neones te dejaban ver con claridad por un segundo los veraderos rostros de todas esas siluetas humanoides que danzaban por los callejones sin saber realmente a donde ir.
Por lo menos yo si sabia hacia donde dirigirme, al club "La blanca doble", nombre muy apropiado para un lugar donde nunca se ha jugado al domino. Buscaba a un viejo amigo al que llamabn "Naranjito" porque trabajaba de butanero. Naranjito era un hombre agradable, de voz ronca, osco en el trato y grande como un buey. Estaba informado de todo lo que pasaba en su ruta. Me debia un par de favores y estaba dispuesto a que me los abonara esa misma noche. Dicen que los seres humanos son animales de costumbres y puede que sea cierto porque alli estaba, sentado en su rincon de la barra como siempre, suspire y me sente a su lado.
- ¡Coño, siete!
- Buenas noches
- ¿Que cojones haces aqui? Estas hecho un asco ¡Camarero! Trae una botella de Bourbon a ver si resucitamos a este muerto
- Eres muy amable - Le agradeci mientras le ofrecia un cigarrillo - Pero no he venido por placer
- Entiendo... - Me susurro mientras cogia la botella y echaba poco amablemente al camarero - ¿Un trabajito? ¿Quieres que te de informacion sobre "el buzon"?
Otra vez tenia la sensacion de ir un paso por detras del mundo.
- No - Le conteste mientras apuraba mi vaso - Quiero que me cuentes todo lo que sepas sobre cierta bruja pelirroja que me tiene cogido por las pelotas.
- La Dama de Hierro, eh. ¿La conoces?
- Menos que ella a mi.
- No se mucho sobre ella, aparecio hace poco por el barrio buscando a alguien para un trabajito, dicen que es fria y calculadora y que venderia a su padre por conseguir lo que quiere. Tambien dicen que tiene debilidad por los greñosos canosos y decrepitos asi que era cuestion de tiempo que te encontrara.
- ¿Me la enviaste tu?
- Sabes que nunca le diria a nadie tu secreto, te debo mucho.
- Pues a alguien se le ha ido la lengua y cuando lo encuentre me asegurare de que no la vuelva a utilizar.
- ¿Trabajas para ella?
- Chantaje es una palabra muy fea...
- Comprendo ¿Que piensas hacer?
- Me bebere otra copa, pagare la cuenta y preguntare por ahi si alguien a visto al "buzon"
- No te lo recomiendo, viejo, preguntar por ese pobre diablo te puede traer problemas.
- No soy un maldito sabueso, solo un triste barman al que le debe dinero ¿Que me puede pasar? - Le exclame con la mejor de mis sonrisas - Eres demasiado exagerado.
Media hora y una paliza despues desperte en un sucio callejon. Si por mi hubiera sido me hubiera dejado morir alli; Quieto y en silencio mirando las estrellas, pero el tabaco se me habia caido a un par de metros de donde estaba. Mientras me movia lentamente mis huesos crujian como una carraca oxidada lo que me hizo pensar si era demasiado viejo para estas cosas en particular o para la vida en general. Al menos habia hecho tres nuevos amigos, grandes, profesionales y con muy mala leche, y si de algo puedo estar orgulloso es de no olvidar nunca ni unos buenos pechos ni la cara de un tipo que me apaliza.
La nicotina hacia que me escocieran los labios, o por lo menos lo que quedaba de ellos, mientras intentaba que la nariz me dejara de sangrar no se por que pero me plantee que a lo mejor no estaba enfocando adecuadamente la situacion. Tenia el carnet de identidad del "Buzon" como seguro de pago y por lo tanto su direccion. Con un poco de suerte no estaria en casa y con un poco mas podria robarle ese objeto tan valioso (El cual todavia no sabia lo que era) y olvidar todo este asunto.
Renqueando llegue hasta su apartamento, no me costo mucho forzar la cerradura y adentrarme en el basurero infecto donde malvivia el tipo que, por cierto, estaba en casa, o por lo menos de cuerpo presente. Habia visto muchos cadaveres a lo largo de mi vida y este tenia toda la pinta de haber muerto por atragantamiento; Mordio mas de lo que podia tragar. Mi sexto sentido me decia que mis nuevos amigos habian llegado antes que yo aunque ya poco importaba.
Cuando me disponia a examinar la casa oi de repente unos pasos por las escaleras y antes de que pudiera darme la vuelta tenia a dos policias apuntandome y dandome el alto.
¿Sabeis esas situaciones de vida o muerte en las que el cuerpo bombea tanta adrenalina que no siente dolor? Pues esta no era una de ellas, corri como pude maldiciendo todo lo maldecible hasta la escalera de incendios mientras esos bastardos de azul, seguramente sobornables, jugaban al tiro al pato conmigo. Llegue a la escalera y de alli en caida libre hasta un monton de basura, unos cuantos metros arrastrandome por callejones y sin darme cuenta estaba fuera de peligro.
No habia sido una buena noche y la oportuna llegada de la poli olia bastante peor que yo, asi que decidi irme a dormir. Me eche en el sofa bastante abatido cuando del bolsillo de la chaqueta empezo a salir un sonido muy desagradable: era el telefono que me dio la dama. Descolgue y no me dejo decir ni hola.
- ¡Estupendo señor siete! - Me recrimino desde el otro lado - Le dan una paliza, allana un apartamento y la policia le encuentra al lado de un fiambre. Veo que en verdad la sutileza es uno de sus fuertes. Al menos habra conseguido algo.
- Aparte del dolor fisico poca cosa, el hombre de la foto como veo que ya sabe, esta en un mundo mejor. Todo este asunto parece que me va a llevar mas tiempo del que preveia, ¿no podria conseguirme una baja laboral por depresion o algo parecido para que pudiera centrarme en esto?
- Vere lo que puedo hacer. No es nada personal, señor siete, pero procure conseguirme ese objeto antes de que le maten.
Y colgo.
Al dia siguiente me dirigia, realmente dolorido, hacia el trabajo cuando un bombero me detuvo, el bar se habia incendiado. Mientras consolaba al pianista intentando que dejara de cantar, mi jefe me dijo que el seguro cubriria los gastos, pero que tardaria un mes mas o menos en volver a abrir, asi que estaba oficialmente de vacaciones. Habia que reconocer que la dama era bastante expeditiva en sus acciones pero por lo menos me habia conseguido el tiempo que le pedi. Tiempo para ir una tarde al cine, para pasear por el puerto al amanecer y tambien, con suerte, para hacerle una visita de cortesia a mis amiguitos del callejon.