Me pase el dia dando vueltas por mi apartamento esperando a que anocheciera. Volver a la zona oeste no era un plato facil de digerir y el “Terciopelo Azul” era, probablemente, el ultimo sitio de la tierra que deberia pisar. Lo mas sensato seria hacer la maleta y largarme lo mas lejos posible de esta podrida ciudad pero en vez de eso aquí estaba, buscando un tres cuartosque hacia siglos que no me ponia. Fui hacia el espejo para ver si con un poco de maquillaje o algo parecido podia impedir que la mayoria de la gente me reconociera pero repentinamente me di cuenta que no hacia falta; De aquel hombre solo quedaba una desdibujada caricatura, un cascaron de huesos que, siendo realistas, no iba a llegar mucho mas lejos en todo este asunto. - ¡A la mierda! - Dije en voz alta, nunca he sido de los que se acobardan en situaciones adversas y siempre habia tenido claro que no iba a llegar a la jubilacion. No vivo precisamente en un parque de atracciones, un mal golpe de un maton, una bala perdida de un ajuste de cuentas que tiene mas suerte que las demas y te conviertes en una noticia de relleno en la seccion local del periodico. Si habia tenido un problema grave a lo largo de mi existencia era precisamente ese, las cosas que podian matarme eran las que me hacian estar vivo.
Aparque mi moto a un par de manzanas del club para examinar como estaban las cosas, la verdad es que no habian cambiado mucho, los mismos casinos y prostitutas de lujo iluminaban las aceras mientras un puñado de hombres sin escrupulos vivian en un sueño que solo una ingente cantidad de dinero podia conservar intacto.
Por fin llegue a la puerta del que habia sido mi hogar, obviamente no queria llamar la atencion; tendria que colarme por la puerta de atrás si, con mucha suerte, seguia teniendo la misma cerradura. Tal vez mi suerte estuviera cambiando porque con un par de movimientos sigilosos estaba dentro y mi corazon rejuvenecio ocho años de golpe. El “Terciopelo Azul” era el local mas respetado del lugar, un rincon donde poder hablar sin ser escuchado y hacer sin ser visto. Aquí pase los mejores y los peores años de mi vida jugando a ser dios mientras me peleaba con mi angel de la guarda. Me acerque a la barra y divise al “Vikingo”, el jefe de todo aquello, su aspecto era lo mas parecido a un enano mitologico de metro ochenta, un tipo que habia visto de todo en la vida y al que nada le sorprendia ya, o casi nada. Cuando me vio casi se le cae el parche del ojo, hizo una leve señal y antes de un segundo dos tipos me llevaban en volandas con la cabeza agachada hacia el cuarto donde se ” insinuaba” amablemente a los borrachos que no volvieran. La noche no iba del todo mal.
Mientras esperaba una cerveza me rozo la nuca y se estrello violentamente en la pared manchandome la chaqueta. Me seque como pude y me di la vuelta para encontrarme cara a cara con el “Vikingo”.
- ¡Sucio bastardo! - Me grito mientras me abrazaba, respire aliviado – Te iba a invitar a esa birra pero lo que mereces es que te la estampe en tu jodida cabeza ¿Donde te has metido todos estos años?
- Por ahi...
- Pero oi que la habias palmado en el asuntillo de Marsella
- Ese era el plan, y durante un tiempo me ha funcionado a la perfeccion, pero una bruja me ha resucitado y necesito informacion.
- ¿Sobre que?
- Me preguntaba si conocias a alguien que estuviera metido hasta el cuello en el asunto del “Buzon”
- ¿Jack el “Buzon”, el que trabajaba aquí y asesinaron? - Asenti con la cabeza – No hace mucho vino una mujer pelirroja preguntando por el y le di su direccion.
- Por desgracia la conozco. ¿Alguien mas?
- Si, los guardaespaldas de un tal Vicenzo, tres tipos con muy mal carácter
- Supongo que Vicenzo es italiano.
- Un viejo mafioso, se traslado aquí despues de tu supuesta muerte. Es muy peligroso y tiene buenos contactos con los peces gordos, deberias andarte con pies de plomo.
- No te preocupes, ¿Donde puedo encontrarle?
- Suele ir al “Tanga Rosa” a ver a las chicas bailar.
- Entonces ire a hacerle una visita, muchas gracias por todo.
- ¡Jota! - Me dijo mientras me ponia la mano en el hombro – Angel esta en la ciudad, por tu bien mantente alejado de ella.
- Por supuesto...
Sali por donde habia entrado hacia el club de striptease. Lo primero que vi al entrar, aparte de las chicas, fue a mis, ahora dos, viejos amigos sentados alrededor de un octogenario con traje hecho a medida. Supuse que su anciana vejiga no aguantaria mucho tiempo quieta asi que me escondi en los lavabos para poder charlar con el en un ambiente mas privado. Poco despues escuche una tos desagradable y una voz aun mas entrar en el servicio a la vez que le decia a sus gorilas que no dejaran pasar a nadie. Mientras tenia las manos ocupadas, me acerque a el.
- Buenas noches.
- Buenas noches, señor siete – Me contesto mientras se abrochaba la bragueta y hacia un amago de estrecharme la mano – Que sorpresa tan inesperada.
- ¿Le sorprende verme aquí?
- Me sorprende que siga vivo – Dijo sin inmutarse – Pensaba que el que liquido a mi hombre en el almacen tambien se habia encargado de usted.
- ¿No fueron los dos tipos de la puerta?
- Nunca he visto la necesidad de matar a mis propios empleados.
- Estaba seguro de que le dispararon sus compañeros para que no me dijera quien era usted.
- Que me encontrara era inevitable, he oido historias sobre sus “hazañas”. Es un hombre con muchos recursos.
- Gracias. ¿Fuma? - Se señalo una pequeña cicatriz en su garganta, me encendi un pitillo para mi - Interesante, si no liquido a su secuaz tampoco sabra nada sobre el “Buzon” ni un misterioso objeto.
- ¿Que le hace pensar que estoy involucrado en eso?
- Cierta leyenda griega sobre un rio, monedas en la boca y copiones romanos.
- ¿El barquero del lago Estigia?
- Exacto.
- Señor siete, no se si es que habra visto muchas veces “El Padrino” y sus topicos sobre los italianos mafiososo o que no es tan sagaz como me pensaba. No soy un hombre al que le guste hacerse publicidad, La moneda en la boca de ese tipo me señala directamente como autor del crimen, lo que no seria bueno para mi preciado anonimato. Cuando llegaron mis escoltas estaba muerto y no habia ni rastro de lo que fueron a buscar. Si le soy sincero pienso que a alguien le viene muy bien que usted y yo nos entorpezcamos de esta manera para tener via libre en la busqueda del objeto. ¿No se le ocurre nadie?
- Ciertamente no. - Estaba claro que el ancianito no era trigo limpio pero parecia decir la verdad. Me habian engañado, y tenia una ligera sospecha con pelo corto de quien habia sido – De todas formas le estare vigilando Vicenzo.
- Tengo la sana costumbre de dormir tranquilo y no creo que sus vacias amenazas logren cambiar mis habitos.
- Espero que tenga una cosa clara sobre mi, no le tengo miedo a nada ni a nadie.
En ese momento se oyo abrirse la puerta y hui rapidamente por la ventana.
Parecia que habia mucha gente detras del dichosos objeto, o por lo menos una masde las que yo conocia. Aunque el “Vikingo” tenia razon, no me quedaba mas opcion que volver al apartamento de Angel.